La noche que vencí mi pasado

Por Ramón Peralta

El  último día de la campaña  electoral culminó con un debate entre los dos  candidatos  que definió totalmente el arrollador triunfo electoral   del  hombre que en esa  discusión  logró llegar al corazón del electorado.

La campaña electoral por la Alcaldía del pueblo del  Este  entraba en la fase final y todas las encuestas vaticinaban el triunfo del conocido  abogado  y actual diputado  Eladio Sosa, quien anteriormente se había desempeñado como regidor  de ese Ayuntamiento que conocía como la palma de su mano.

Sosa, un ex lavador, con  título universitario de abogado, exitoso en los negocios, excelente orador que no perdía un debate, aceptó de manera inteligente ir a una disputa contra un joven  sin experiencia en cargo político y que nunca había administrado  ni siquiera un puesto de empanadas.

Víctor, un joven ingeniero en informática  que cuatro meses atrás aparecía en un octavo lugar en las encuestas con 3 %,  había logrado dejar  atrás a los demás contrincantes y situarse en segundo lugar a 9 puntos del carismático abogado Eladio Sosa, pero tenía en contra que apenas faltaban tres días para las elecciones  y no aparecía una luz que indicara la posibilidad de alcanzar  la victoria.

Los estrategas del candidato joven estaban  feliz por el avance y apostaban a que su candidato no perdiera por un margen mayor de 12 puntos, ya que en esas elecciones al partido de Víctor  le interesaba que su candidato hiciera un buen papel en los sufragios y por la ventaja de la juventud se preparara para ser alcalde dentro de 5 años.

Faltando una semana para las elecciones, el coordinador de campaña del candidato joven renunció por desacertada  y temeraria decisión de ir a un debate contra  el poderoso Eladio Sosa; los principales analistas vieron como un suicidio que un candidato que había logrado situarse en segundo lugar,  por el esfuerzo de sus estrategas que diseñaron una campaña  emotiva, se enfrascara en un debate con el  hombre que más dominaba los temas municipales.

Al día siguiente de renunciar el coordinador de campaña, el resto del equipo abandonó  y en un documento público lo acusaron de megalómano, egocentrista  y con la mente llena de pajaritos, por aceptar ir a un debate que le arruinaría su carrera política.

Ellos sabían que Víctor  tenía un episodio  negativo de su adolescencia, que cuando se ventilara en el debate se iba a caer ese ídolo de barro que con tantas horas de trabajos los estrategas habían construido.

El candidato no escuchó a los sabios con experiencias internacionales que lo asesoraban y prefirió llevarse de un viejo autodidacta  que solo tenía experiencias locales  y lectura de libros políticos que otros habían escrito a su manera.

Los estrategas renunciantes acusaron al viejo de mierda que asesoraba  al candidato  de ser un egoísta que quería llevarse a la tumba la posibilidad de que Víctor fuera alcalde dentro de 5 años, ya que por causas biológicas el viejo pudiera estar muerto dentro de 5 años y por esa razón trabajaba con la consigna ahora o nunca.

Víctor solo necesitaba una votación decente para ser alcalde dentro de 5 años.   En el Pueblo del Este, los alcaldes no podían reelegirse  y sino desafiaba  al licenciado Sosa, podía tener la  posibilidad de que el veterano candidato le levante la mano dentro de un lustro, pero Víctor tiró por la borda  todas sus posibilidades de ser alcalde.

Los aspirantes a la Alcaldía que estaban en tercero y cuarto lugar,  optaron de manera inteligente no ir al debate y subir en la preferencia electoral cuando  los candidatos 1 y 2 se desgaten en una  dolorosa discusión donde  se tiren los trapitos al sol.

Polyn y Mateo, que ocupaban la tercera y cuarta posición en las encuestas, tenían  razón a no ir  a un debate donde se revelarían los más espeluznantes secretos de los candidatos  que esa noche se canibalizarían  en una discusión  cruel, brutal y  sanguinaria.

La mañana del debate Eladio se reunió con sus asesores  y detectives privados que habían investigado a Víctor durante siete meses, entre las revelaciones supo detalles  negativos del  candidato  de 27 años que lo sacarían para siempre de la vida política  y con los asesores acordó usarlo al final del debate como una estocada mortal contra el  candidato que se había atrevido a desafiarlo, pero no contaba con esas informaciones  que sabía el otro candidato sobre un hecho pasado espeluznante de Eladio.

Al medio día el joven  candidato compartía  con el  viejo la información que  entre sudores, caricias y vino tinto le había dado  en una cabaña su amante  Clara,  la esposa del  licenciado Eladio Sosa, su contrincante.  Clara  le narró  al candidato un secreto que le contó a ella Fermín, el ordeñador de las vacas  de la finca de Eladio,  que fue su primer amante.

-Cuéntame esa historia para ver si vale la pena usarla en el debate. Murmuró el viejo asesor.

– El candidato con una sonrisa le respondió –Vale la pena usarla y te va a encantar.

Eladio Sosa, a los 30 años, ya era millonario en dólares, que juró no casarse nunca, salía a lugares públicos con mujeres rubias, hermosas y venezolanas, con el cuerpo reconstruido, pero en realidad  le gustaban las mujeres negras  que salían sudadas de la finca después de recoger tomates y legumbres.  Ese aroma le fascinaba, pero después que terminaba el acto sexual con  cualquier haitiana, la  golpeaba y la echaba de su lado.

Su favorita era Dominga, una dominicana  muy limpia, pero  él le prohibía que se bañara antes de copular con él. Una mañana Dominga le dijo que estaba embarazada, Sosa quiso golpearla hasta que muriera, pero prefirió darle un beso y convencerla de  que guardara silencio que cuando naciera el niño se casaría con ella.

A la semana, tres hombres endrogados violaron a la popular Dominga, hasta darle muerte.  Sosa motivó de manera sutil a que la turba entrara al   destartalado Destacamento  de madera y matara a los tres violadores.

Un hermano de uno de los violadores estaba dispuesto a decir que César le pagó a los tres violadores para que mataran a Dominga y cuando estaban presos  incitó a la comunidad para que   asaltaran el Destacamento y callaran a  los raptores quitándoles las vidas, pero un maletin lleno de papeleta hizo que la mujer perdiera la memoria.

Después de  la narración el viejo lo miró a los ojos y le preguntó –Tú quieres ganar  o  canibalizarte con Sosa, para que los vagos que no fueron al debate lo  desplacen a ustedes dos.

El joven candidato no dudó en responder –Yo quiero ganar.

-Si tú deseas ganar el debate y las elecciones no use una sola palabra que ofenda en lo personal a tu adversario,  en los últimos 5 minutos de cierre del debate cuenta una historia real de tu vida que conmueva a los votantes y te regalen ese voto emotivo que necesitas para ganar.

El  debate se celebró en un centro de convenciones del Este,  con una capacidad de 3000 personas, que  fueron seleccionadas por no tener afiliaciones políticas y tenían prohibido aplaudir o  abuchear a los candidatos.

En la primera parte del debate, donde se trataron aspectos programáticos  y de la ley municipal, el señor Eladio Sosa superó al  candidato de la nueva  generación Alofoke. Aunque Víctor tuvo   un buen desempeño, el licenciado Sosa  sobresalió ampliamente.

A la 9:49 el moderador dijo que cada  candidato tendría 5 minutos ininterrumpidos  para decir de manera libre  lo que más le convenga a sus aspiraciones y por qué deben votar por su candidatura.

Con una moneda al aire  selecionaron para hablar primero a Eladio Sosa, quien tenía preparado un discurso demoledor  con revelaciones que sacarían de combate  al joven candidato.

En los primeros dos minutos demostró su gran capacidad para dirigir la Alcaldía del Este y en la última parte  golpeó sin piedad con palabras hirientes  al inexperto que se atrevía a desafiarlo. En la parte cumbre de su discurso levantó la voz con gallardía  y preguntó.

-¿Ustedes creen  que un candidato que falsificó el título de bachiller  para inscribirse  de manera fraudulenta en la Universidad  merezca ser tomado en cuenta como candidato a la Alcaldía de este  honrado Pueblo del Este?

Ese que hoy aspira a la Alcaldía  del Este,  no ha podido  explicar con claridad su programa de gobierno municipal, es un convicto que en el pasado fue condenado por tentativa  de asesinato, luego de apuñalar a un pobre hombre.

Aquí tengo en mi mano la sentencia y no tengo que preguntar si merece ser alcalde, porque estoy seguro que a partir de ahora   debe retirarse de la política por el resto de su vida y con la ayuda de ustedes yo seré su nuevo alcalde.

Muchas gracias.

Al terminar el discurso de Sosa, una  parte  de los presentes olvidaron la regla y aplaudieron de  manera entusiasta al  experimentado abogado.

El equipo de campaña de Eladio estaba eufórico ante ese inesperado  nocaut   que Víctor no esperaba.

El joven candidato se dirigió  con tristeza  al pódium donde daría su discurso  final y su primera frase fue:

  • Con las palabras que dijo el señor Eladio  de mi persona admito que he perdido.

He perdido la fe de que todos podemos hacer política con decencia, aunque no voy a juzgar la impoluta trayectoria personal como ciudadano  de bien por su error del día  hoy, siento que el señor Eladio Sosa ha demostrado su incapacidad para gobernar esta ciudad con amor y tolerancia.

Confieso que cuando tenía 14 años  le di dos estocadas en un brazo a un hombre que estaba ahorcando  a mi abuela. Mi intención  como dije a  la Fiscalía no fue matar a ese señor, sino salvarle la vida una noble mujer que me había criado como la mejor de la Madre, que se quitaba el pan de su boca para alimentarme y al año salí de prisión como un joven ejemplar que terminó el bachillerato con las mejores calificaciones. Pero  en este momento prefiero narrar un acto de gran bondad de mi contrincante, el señor Eladio Sosa, un hombre que  ha sido mi inspiración para yo aspirar a la Alcaldía del Pueblo del Este.

En un rincón olvidado de la ciudad, donde los sueños parecían desvanecerse entre las sombras de la adversidad, la historia de un niño comenzó a tejerse con hilos de esperanza y determinación. Su Madre, una mujer de virtudes inquebrantables, enfrentó la vida con valentía. Sin embargo, el destino jugó una carta cruel, entrelazando su partida con el nacimiento de su hijo. En ese día de esperanza y dolor, el mundo perdió una luz, pero en su lugar una nueva chispa de vida comenzó a arder.

En un día que debería haber sido de alegría, ese niño  vino al mundo prematuramente, con el eco de una tragedia resonando en el aire. Su Madre, con un amor inmenso en su corazón, luchó hasta el último aliento por su hijo. Herida por la injusticia, cayó ante las garras de la fatalidad, pero no sin antes dejar una petición desgarradora: «Por favor, salven a mi bebé». Su voz se desvaneció, pero sus palabras quedaron grabadas en el viento, como una promesa silenciosa.

A pesar de la oscuridad que lo rodeó desde el inicio, el niño  no solo sobrevivió, sino que floreció. A los seis años, ya dominaba el arte de la lectura, como si su Madre le hubiera entregado la pasión por la vida misma. Con cada página que leía, sentía su presencia guiándolo en cada palabra.

En su séptimo cumpleaños, un giro inesperado del destino lo llevó a encontrarse con el señor Eladio Sosa. Los ojos de este niño, llenos de una sabiduría que solo la adversidad puede otorgar, vieron en ese encuentro una oportunidad única. Con la sinceridad propia de la inocencia, compartió su sueño con el buen hombre, un sueño  de su Madre que había escuchado a través de las palabras de su abuela. Un sueño de una ciudad impecable y hermosa, un legado que su Madre había acariciado en su corazón.

Las palabras del niño resonaron en el aire, llenas de la pureza de un anhelo profundo. Los ojos del  hombre  se humedecieron ante la pasión y la determinación que emanaban de ese infante. «Tú serás alcalde», murmuró, emocionado por la certeza con la que el niño había hablado. En ese momento, en medio de un abrazo invisible entre el pasado y el futuro, se selló un pacto silencioso entre dos almas afines. Ese gran hombre llamado Eladio, donó libros y cuadernos  a la escuela del niño y le dijo a la maestra ‘’prepare bien a ese niño que con la ayuda mía y de Dios prometo que será alcalde.

El tiempo siguió su curso, y el joven  no dejó que las dificultades definieran su camino. A los 18 años, ya lideraba clubes y organizaciones locales, dejando una huella de compromiso y dedicación. La presidencia de juntas de vecinos le dio la oportunidad de acercarse aún más a su comunidad, aprendiendo sus necesidades y sueños.

Y ahora, en este presente que florece con la promesa del mañana, hoy  da un paso audaz hacia su destino. Como aspirante a la Alcaldía del pueblo de Este,  lleva consigo la memoria de su Madre, la fuerza de su espíritu indomable y el legado de una promesa que nunca olvidó. La ciudad que una vez estuvo sumida en sombras y desidia, ahora mira hacia un futuro lleno de potencial y cambiará, gracias a la luz incansable de un niño que se negó a permitir que los sueños  de su Madre mueran en la oscuridad.

Hoy no le pido al señor Eladio que cumpla su promesa de convertirme en Alcalde del Pueblo del Este. Hoy apelo a la ayuda de Dios para convertirme en alcalde,  hoy Pueblo del Este les  pido a ustedes que  con su voto   confirmen el poder de su voz, porque la voz del pueblo es la voz de Dios.

Si así me aceptan, le juro por mi Madre, que murió de una bala perdida el mismo día que yo nací, que seré el alcalde que ustedes merecen, el mismo de la ciudad limpia que mi Madre soñó.

48 horas después, el señor Eladio Sosa pronunció un discurso frente a sus seguidores, explicando que el voto emotivo había aplastado la razón  y  felicitaba a su contrincante Víctor Pérez, por su elección como nuevo alcalde del Pueblo del Este.

La noche antes  de la juramentación del nuevo alcalde, Víctor llegó a la casa de su viejo mentor político con un  regalo para el veterano estratega – Mi viejo este traje es para que vaya mañana a mi toma de posesión y te daré el mejor cargo del Ayuntamiento, el que tu desee.

El viejo emocionado tomó el traje, abrazó a su joven alcalde y le prometió  asistir a ese histórico momento y con mucha emoción   le expresó  admiración  por la manera de cómo había combatido las adversidades de la vida desde su nacimiento y que  a partir de mañana cumpliría el sueño de su Madre y finalmente le dijo  al alcalde electo  –Nunca te arrepientas de lo que hiciste por tu abuela ni te avergüences de tu pasado.

Víctor, con cara de cinismo le  respondió. – Mí querido viejo, recuerdas  me dijiste que en lugar de hablar mal de mi contrincante, narrara una historia verdadera mía que conmoviera a los votantes   en el debate  y como mi  pasado era una mierda que me perseguía, decidí hacer una versión de un niño imaginario, esa noche vencí mi pasado  y hoy soy el alcalde electo del Pueblo del Este.

-Y con relación al incidente en que supuestamente  salvé a mi abuela,  fue un cuento obligado para conmover a los  votantes; yo en ese tiempo era un pequeño atracador y le di a ese hombre la estocada para robarle, quien me aconsejó en ese momento para que le dijera al juez la versión  de que  yo lo apuñalé para salvarle la vida a mi abuela, fue  el mismo que  un año después me vendió  el titulo falso de bachiller, un abogado de oficio llamado Eladio Sosa.

 

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