Por Nicole Peralta
Un delegado y un suplente de un partido de gobierno llegan al recinto convencido de que luego de las elecciones no conseguirá ninguna mejoría personal.
El delegado más joven sabe, que el nuevo presidente de su partido es el mismo que le dijo a la generación anterior que todos los delgados y suplentes serían nombrados, lo cual no sucedió y ascendieron socialmente los familiares de las queridas de nuevos funcionarios, quienes le restregaban a esos delegados desempleados sus altos salarios sin levantar una bandera.
Las motivaciones son que su padre o madre, que es dirigente del parido conserve su empleíto, los chelitos que le van a pagar para completar lo que le falta para un celular y la simpatía por el partido.
Todo eso se va al carajo cuando el suplente ve que ese partido de gobierno se le paga en una elección municipal tres mil pesos y la JCE a un sustituto de secretario que no hace absolutamente nada le paga cinco mil pesos y que se puede ir a su casa desde que termina la votación sin esperar el escrutinio.
En ese momento se acuerda que su padre sufre de la presión por la impotencia de ver como a su intermedio llegan decenas de personas muy pobres pidiendo que lo ayuden a entrar a un programa social y él ni los demás dirigente de CI pueden hacer nada.
En el momento que el suplente y el delgado ven esa miseria de dinero recuerdan a su padre quejarse, porque no le avisaron a nadie que el lunes de madrugada llegaría al barrio el plan social a repartir 14 fundas para luego irse con el camión lleno y el pobre presidente pensando que esa semana repartió millones de fundas en los barrios pobres.
Mientras los instructores de la junta anuncian que lo mínimo que le pagaran al funcionario de menor rango son siete mil pesos, el delegado que trabajó bien en la municipal sale a buscar suerte en la JCE.
Se inscribe en la página de la JCE y es el primero que llega para tomar el taller de funcionario de mesa. La instructora lo elogia, porque fue el único que levantaba la mano cuando ella hacia una pregunta, mientras los demás estaban en Belen con los pastores.
A la semana llaman a todos los del PRM y da varios viajes a la juntas y hasta el delegado del partido lo marea con una promesa de nombrarlo aunque sea de vocal.
Desilusionado regresa al taller de delegado y mientras el romántico el cansado instructor dice que cosas que no se le entienden por la mascarilla que le ahoga su voz, el delegado piensa que los vecinos chiriperos del barrio y la madre soltera del salón que votaban morado están incomodo con el presidente del PLD del barrio, porque ese no lo puso en un programa PATI.
Cuando concluye el taller de delegados llega al barrio y ve que las viejas de la 47, quienes son las votantes más fieles del PLD, ahora piden cambios, porque en medio de su extrema pobreza están fuera de todos los programas a pesar de que le han dado copia de cedula a todos los dirigentes del morado.
Antes de entrar a su casa el delegado va asustado al colmado del frente, que esta llenos de personas sin mascarilla y se entera de la dueña Perremeista del colmado tiene la ayuda de Quedate en Casa y cuando va saliendo ve Mega mami montarse en la yipeta del 2017, que le compro el juez amante de ella y le vocea a una amiga me salió la miseria que se llama PATI.
El delegado se queda helado y lo último que ven sus ojos es un letrero en la jeepeta de la beneficiada que dice SE VAN.
El delegado de un partido de oposición con posibilidad de triunfo llega a la mesa ilusionado de conseguir un empleo y defiende su futuro nombramiento con uñas y dientes.
Todos luchan por ser delegados y la dirección política del área tiene el gran problema de una sobre oferta de personal preparado.
El partido de gobierno tiene que elegir entre delegados jóvenes o delegados viejos llenos de mañas y con el corazón verde.
Yo como joven estoy segura que esos muchachos pueden defender mejor el voto mejor que cualquier viejo, porque el presidente a la edad de 20 años estaba en capacidad de ser mejor delegados que todos los veteranos que hoy tiene el partido.
La solución es motivar los jóvenes, orientarlo del compromiso y remunéralo mejor, porque al fin y al cabo ellos no serán parte del poder en un próximo gobierno.