Por Josefina Fernández
El juicio: Aquellos que estudian un poco la historia contemporánea de la República Dominicana saben que en política no se mantiene en el poder el partido con más militantes, sino aquel que sabe administrar mejor a sus líderes locales y su militancia. Hace tres meses, ocurrió un evento dentro de un partido donde alrededor de 9 concejales se revelaron y según muchos dirigentes de ese partido, cometieron faltas graves a la disciplina partidaria. Si esto es cierto, y partiendo de esa premisa, podríamos decir que merecen una sanción ejemplar. Sin embargo, si yo fuera una alta dirigente de ese partido, me preguntaría si en política se hace lo que conviene o si nos restamos votos por sancionar una indisciplina que no se puede revertir. Me cuestionaría si los partidos exitosos expulsan a sus dirigentes a solo 7 u 8 meses de las elecciones.
Iniciar un juicio político en julio implicaría que los resultados se verían después de las elecciones, siempre y cuando se respete el debido proceso. En ninguna mente serena debería existir la disposición de entretener a la militancia del partido en un conflicto largo y autodestructivo. El Partido de la Liberación Dominicana gobernó durante 16 de los primeros 20 años del siglo XXI gracias a su disciplina y capacidad para mantener la unidad interna. Perdieron el poder el día en que adoptaron la conducta del antiguo PRD de los sillazos, protagonizando una primaria interna donde el gobierno utilizó el Estado para derrotar al precandidato que garantizaba su permanencia en el poder.
El PLD, que antes tenía una disciplina fuerte y podía expulsar sin contemplaciones a quienes cometieran faltas, tenía la flexibilidad de no llevar a cabo juicios durante la campaña electoral. Después de ganar las elecciones, evaluaban si esos dirigentes en falta contribuyeron al triunfo, y en caso afirmativo, se les exoneraba de culpa y se reconocía su trabajo. Así, se olvidaban de que la militancia de esos compañeros alguna vez estuvo en tela de juicio.
Los concejales que se vieron perjudicados por la supuesta indisciplina de sus compañeros deberían pasar página y trabajar con la gente para ascender o mantenerse en sus cargos. Al fin y al cabo, es mejor concentrarse en seguir adelante y mejorar en los próximos 4 años que lamentarse por una acción que caduca en un año.
Si me preguntaran qué hacer, les diría a los dos sectores involucrados que limen sus asperezas, practiquen la tolerancia y se abracen como hermanos, porque afuera hay un león acechando que si los encuentra separados, se los comerá uno por uno.