Por Josefina Fernández
Los animes despiertan la llama juvenil que arde en nuestro interior.
Cuando mi espíritu se ve opacado, recurro a YouTube en busca de alguna serie de anime y de inmediato mi moral se eleva. A pesar de mis 38 años, mi cuerpo recupera la energía vibrante de una adolescente de 15. A ese mágico país llamado Japón, millones de hombres y mujeres de mi generación le expresamos nuestra gratitud por brindarnos felicidad en nuestra juventud al presenciar el coraje de personajes de anime como Naruto, quienes, contra todas las adversidades, lograron resurgir de las cenizas.
Antes de la pandemia, esperaba con ansias cada verano para asistir a la feria de Anime. Allí podía ver la caracterización de personajes como Goku y maravillarme con las increíbles imitaciones de voces en español de Dragon Ball. Recuerdo la plaza comercial donde los dominicanos celebraban cada año las ediciones de la feria del mundo anime. Escuchar a Naruto en esos momentos difíciles era como una terapia que me permitía vislumbrar un mundo mejor. Su optimismo me hacía creer que podía lograr cualquier cosa, incluso en los momentos más desafiantes para mis estudios. Sus palabras me reconfortaban: «¡Mi sueño es convertirme en el mejor Hokage! Así, las personas no me faltarían el respeto y me tratarían como si fuera alguien, ¡alguien importante!».
En los momentos de grandes tribulaciones, cuando me sentía vencida por la vida como madre soltera, un capítulo de Naruto me otorgaba invencibilidad. Frases como la siguiente se grababan en mi corazón: «No me importa con quién tenga que pelear… Si me arranca los brazos, lo patearé hasta vencerte».
Hoy siento tristeza al enterarme de que este domingo hubo una feria del mundo anime en una plaza de la capital y, por no saberlo, estuve ausente. Espero algún día encontrar mi Pokémon y llenar mi corazón de alegría.
En medio de la tristeza que provoca perderme esa feria de Anime, quiero expresar mi agradecimiento al pueblo de Japón por regalarnos un tesoro tan valioso como el mundo de los animes. Su influencia y su magia trascienden fronteras y nos conectan a todos en un universo de emociones intensas y aventuras inolvidables. ¡Gracias, Japón, por avivar nuestra pasión y renovar nuestra juventud a través de los animes!