Hijo de Pablo Escobar dice que la legalización de las drogas traerá paz
Sin esa receta prohibicionista Pablo Escobar jamás hubiese existido», sentencia su hijo, también conocido como Sebastián Marroquín —nombre que adoptó tras la muerte de su padre—, en una entrevista con Efe con motivo de su participación en la tercera edición de ‘Cannabis Thinking’, en Sao Paulo.
A sus 44 años, el vástago del malogrado jefe del Cartel de Medellín cree que la mayor propaganda que alienta el consumo de drogas «es justamente la prohibición», pues entiende que cuando son legalizadas se pierde «aquella adrenalina de estar quebrantando la ley».
El camino de la regularización es el camino de la paz y el camino de la prohibición es el camino de la guerra y la destrucción absoluta», asevera, si bien aclara que «regularizar no significa salir a decirle al mundo que las drogas son fantásticas».
En su opinión, los políticos que abogan por la prohibición «están a favor de los narcos, claramente».
«Yo conozco muchos narcotraficantes y no hay ninguno que esté en favor de la legalización, porque sería el fin de su poder y su negocio, no son idiotas», señala.
En este marco, ve «positivo» que cada vez sean más los países que comiencen a regularizar la marihuana para distintos usos, como el recreativo o el medicinal, algo que «va a traer paz, prosperidad y salud a los pueblos latinoamericanos».
Aunque, según él, «no solo había que pensar en legalizar y regularizar el cannabis, sino también el resto de sustancias».
¿También la cocaína? «La marihuana, hasta hace poco, se comparaba su peligrosidad con la heroína, el café fue considerado una droga y estuvo prohibido en el pasado y el alcohol ahora te lo venden en los pasillos de los aviones y nadie se escandaliza», responde.
«MI PADRE LEGALIZÓ LAS DROGAS PARA MÍ»
Porque, a su juicio, la clave fundamental para no caer en la necesidad de consumir es «la educación temprana», como la que paradójicamente le dio su padre.
«La educación me mantuvo totalmente al margen y a salvo, a pesar de haber sido el hijo del narcotraficante responsable del 80 % de la distribución de drogas en el mundo» y de vivir «rodeado de sicarios, guardaespaldas y delincuentes que consumían sistemáticamente todo tipo de drogas», relata.
«Mi padre llegó al extremo de legalizar las drogas para mí. Me dijo: ‘Si algún día quieres probar, me llamas y las probamos’. Ese día se terminó la curiosidad, ya no estaban prohibidas para mí, entonces no tuve la necesidad de consumirlas», completa.
Juan Pablo Escobar, de profesión arquitecto y diseñador industrial, garantiza que consumió marihuana por primera vez a los 28 años y que nunca ha probado la cocaína, sobre la que su padre construyó su imperio ilícito.
«Nunca probé la cocaína gracias a que mi padre me dijo que ese era un veneno para vender, pero no para consumir», recordó.
Preguntado sobre si existe una «glamurización» del mundo narco, indicó que ese fenómeno «se lo debemos a Netflix».
«El mensaje para los jóvenes (con ese tipo de series) es que ser narcotraficantes es el camino para ellos. Lo ven retratado como un caso de éxito cuando en realidad mi padre nunca disfrutó ni de su fortuna, ni de su dinero, ni de su poder», advierte.
El autor de los libros «Pablo Escobar. Mi padre: las historias que no deberíamos saber» y «Pablo Escobar in fraganti: lo que mi padre nunca me contó» afirma que las cicatrices que le quedan de esa oscura infancia es «el dolor de las víctimas» de la violencia instigada por su progenitor.
Por ello dedica parte de su tiempo a «acercarse a ellas», en un proceso de «diálogo, reconciliación y paz» en el que intenta subsanar su dolor. Ya hablado con 150 familias, según sus cuentas.
«He querido asumir, sin que me corresponda, la responsabilidad moral de los crímenes que cometió mi padre porque para mí el perdón es el principio de la reparación», manifiesta.
EL ESTIGMA DEL APELLIDO ESCOBAR
Juan Pablo Escobar se encuentra actualmente escribiendo un cómic de ficción y tiene entre manos «alguna producción audiovisual» de la que no puede dar detalles. Como arquitecto no le salen muchos trabajos. Sostiene que su apellido aún hoy le trae «problemas».
«Hay un montón de prejuicios en las instituciones, hay muchas personas que, desconociendo mi comportamiento y mi historia, piensan que soy la continuidad de Pablo Escobar», expresa.
«Están muy equivocadas y lamento decepcionarlos, pero no me voy a convertir en una versión más letal que la de mi padre, al contrario, estoy haciendo todos los esfuerzos para dejar un mensaje diferente», completó. EFE