Por Ramón Peralta
La política es una combinación de ciencias y artes, donde los candidatos no pueden ser mercadeados de la misma manera que un refresco, un par de zapatos o un automóvil. La política es algo mucho más profundo que un simple producto, porque mientras el mercadólogo trabaja solo con las emociones de la masa, el consultor político debe lidiar con las emociones, complejos y hasta la locura del propio candidato, quien no se presenta ante el electorado como un producto, más bien como la propia versión de cada ciudadanos, porque al final el votante cuando vota por un político siente que está votando por sí mismo. Partiendo de este contexto, vamos a analizar a tres políticos de Santo Domingo Este, comenzando por el actual alcalde, Dío Astacio.
Las fortalezas de la administración de Dío Astacio son las debilidades que padeció Manuel Jiménez, y las debilidades de Astacio son los baluartes de Manuel Jiménez. En las áreas donde uno era fuerte, el otro era débil, y viceversa.
Dío Astacio llega al PRM procedente de un partido pequeño y oportunista que nunca rivalizó con el PRD, y no comparte las ideas de honestidad extremas de Manuel Jiménez, como las que practicaba Juan Bosch. Hoy en día, estas posturas solo generan enemigos reales y falsos aliados.
Entre los colaboradores más cercanos de Astacio, se encuentra un círculo que respeta la ley número 1 de las 48 leyes del poder, y sus perfiles éticos son similares a los del propio alcalde.
La mayor fortaleza política de Dío Astacio es que genera miedo tanto entre sus aliados como entre sus opositores. En política, es más beneficioso ser temido que amado. Partiendo de la tesis de que el miedo es el sentimiento más profundo, este genera que sus colaboradores, desde el más humilde hasta el de mayor rango, se esfuercen en no desatar la ira de su líder.
La segunda gran fortaleza del actual alcalde es su secretario general. Ningún alcalde, por bueno que sea, sobrevive con un secretario general deficiente, y en este caso, Jesús Colón ha demostrado una habilidad comparable, o incluso superior, a la del secretario general que tuvo el alcalde Juan de los Santos.
Jesús Colón sabe que el verdadero protagonista es el alcalde y que su imagen debe ser cuidada a cualquier precio. Conoce el lenguaje de los regidores y maneja a sus empleados con gran amabilidad. Desde la secretaria hasta quien le sirve el café se sienten cómodos con él. No se le han subido los humos a la cabeza y sabe respetar la regla 1 de las 48 leyes del poder. Es un hombre hábil y calculador, pero con una personalidad que refleja humildad. Ha logrado meterse en un bolsillo a todos los regidores de la oposición y, en lugar de crear enemigos para el alcalde, limpia los desastres que deja el actual inquilino del cuarto piso.
Una poderosa cualidad de Astacio es su capacidad de crear sofisma, la valentía para usar los recursos públicos de manera abundante en la promoción de su liderazgo y su formidable poder de maniobrar con la fe cristiana de los munícipes.
Una ventaja de Astacio es que muchos funcionarios del gobierno se sienten bien con su pragmatismo carente de debilidades éticas, muy diferente a otro alcalde que era tan éticamente psicorrígido que chocaba con la visión de su propio entorno
Las debilidades del alcalde Dió Astacio son varias, pero en este artículo mencionaré solo una. Las demás, que tal vez sean más grandes, me las reservaré, ya que mi intención no es dañar a nadie y, además, no sería políticamente estratégico ni correcto desnudar todas las falencias de un funcionario público.
Una debilidad que es percibida por la mayoría de los comunitarios y políticos del municipio es su narcisismo extremo, que sobrepasa los límites de lo tolerable, al punto de que muchos consideran que debería recibir urgente ayuda profesional.
Hasta ahora, el principal aliado y enemigo de Dío Astacio es él mismo.
En cuanto a Rafael Castillo y Luis Alberto, trataremos sus fortalezas y debilidades en un próximo artículo. No obstante, de antemano podemos señalar que el principal enemigo de Rafael Castillo es el bloque de regidores de la Fuerza del Pueblo, mientras que el talón de Aquiles de Luis Alberto es el bloque de regidores del PLD. Ambos bloques están bajo el control absoluto del alcalde Dío Astacio. Si esos partidos opositores no toman medidas drásticas contra esos «caballos de Troya», serán aniquilados en las elecciones municipales de 2028.
El autor es analista político independiente