Por Isaura Estévez
La persecución contra la directora del reconocido medio de Santo Domingo Este, Ciudad Oriental, Cinthia Polanco, trae a la mente el acoso que ha sufrido el destacado comunicador Fernando Buitrago, quien ha pagado el precio de ser vetado en materia de publicidad por sectores oscuros que desean silenciar una voz respetada y reconocida en todo el país por su verticalidad y su línea de comunicación incorruptible.
Buitrago no solo ha enfrentado persecución económica, sino también intentos de callarlo mediante amenazas judiciales de sectores que usan la palabra «preso, preso, preso» de manera repetida, como si fueran descendientes de Johnny Abbes García.
Los intentos de encarcelar a Buitrago, a través de demandas que violan la libertad de expresión, son un reflejo de la incapacidad de algunos de manejar el dinero del pueblo con pulcritud.
Yo no conozco personalmente a Buitrago, de hecho, no soy santa de su devoción, y en varias ocasiones ha criticado duramente mis escritos. Sin embargo, lo sigo a través de sus audios y escritos, y lo que más admiro de él es que, al final de sus intervenciones, siempre dice: «Usted puede estar de acuerdo o no conmigo; lo importante es si lo que digo es verdad o no».
En este momento, cuando Cinthia está siendo perseguida por sectores oscuros, admito que soy una mujer supersticiosa. Si algo le llegara a pasar a Buitrago —si una comida le cae mal, si lo pica una abeja, si lo atracan, si le da un mareo o le sube la presión— yo no lo vería como una coincidencia y sabría, como todo el mundo, a quién culpar.