¿Quiénes vendieron al gobernador?
Por Ramón Peralta
Ante la imposibilidad de no contar únicamente con colaboradores constructivos, la única estrategia viable para el líder es buscar un equilibrio entre ambos bandos. Debe privilegiar a aquellos que actúan con sentido común, pues quien no se preocupa por la imagen de su líder revela un egoísmo que considera el proyecto como un beneficio personal, en lugar de un esfuerzo colectivo.
Los colaboradores sinceros de los líderes desean que su gobernante comprenda la opinión del pueblo, facilitando el acceso de aquellos que suman a la causa del líder. En contraste, los aduladores representan un peligro, intentando mantener al líder ajeno a la realidad social. Si el líder permite que lo encierren en una burbuja de acero y le pongan una venda, su juicio puede nublarse y estos aduladores lo empujarán a decisiones precipitadas al castigar a un ciudadano bueno por un chisme y beneficiar a los malos que son protegidos por el anillo.
Históricamente, príncipes han sido derrocados por ignorar las opiniones de sus súbditos. La historia está llena de reyes que, disfrazados de mendigos, buscaron entender la percepción que el pueblo tenía de ellos. Gracias a las voces del pueblo, lograron preservar sus reinos y, en muchos casos, salvar sus vidas.
El líder exitoso es aquel que sabe evadir el círculo cerrado y se mezcla disfrazado entre el pueblo, o que sube al autobús o al tren de la ciudad, tal como lo hizo Winston Churchill en momentos críticos de la Segunda Guerra Mundial, cuando necesitaba la orientación de la gente común para tomar decisiones difíciles.
Hoy los metodos que se usan para enterarse de las opiniones del pueblo son las encuestas y grupos focales con preguntas profundas diseñadas por firmas encuestadoras serias.
El líder bondadoso puede ser repudiado por su pueblo si queda atrapado en un relato manipulado por aduladores, quienes aseguran al monarca que todo está bien mientras a sus espaldas tratan al pueblo y a sus colaboradores leales con prepotencia, mezquindad y crueldad
El líder más querido por el pueblo no es necesariamente el más trabajador o el más noble de corazón. Es aquel que no permite que sus cortesanos abusen en su nombre ni se deje engañar por aduladores, pues conoce a sus funcionarios verdaderamente comprometidos y a aquellos que no actúan con sinceridad.
En el caso de los gobernadores locales, la situación es aún más compleja. No son monarcas de un país, sino administradores de una ciudad. Un intendente honesto corre el riesgo de ser visto como un obstáculo por legisladores locales y funcionarios que buscan enriquecerse. Incluso antes de tomar posesión, estos individuos conspiran contra él.
Algunos funcionarios cercanos al gobernador se convierten en un anillo de hierro que distorsiona la información que llega al líder local. A pesar de que el administrador inteligente busca nuevos funcionarios externos, algunos externos se alían con los peores elementos del partido, aislando aún más al gobernante del pueblo.
Un gobernador inclusivo en cuanto a género y juventud, cumpliendo con la doble cuota a veces puede nombrar como jefe de su gabinete a una persona que puede cumplir por si sola esa dos cuotas, pero puede resultar funesta para su liderazgo .
Cuando un gobernador tiene el congreso de su partido en contra es por una de estas dos razones, la primera es que los legisladores no comulgan con su conducta ética y la segunda es que la persona que encabeza el gabinete del gobernador piensa diferente a su jefe y no está comprometido con abogar a favor del mensaje de su líder
La historia narra de un gobernador que la mañana de la gran conspiración, él se levantó sabiendo que desde las más altas instancias del reino planeaban su sacrificio. Murió sin saber que algunos de sus colaboradores más cercanos lo traicionarían, tal como Judas traicionó al Cordero de Dios, antes de que sus enemigos lo crucificaran.
Al día siguiente, ese gobernador fue despertado por una fuerza superior para asistir a su propio entierro. Nueve meses después, se levantó de entre las cenizas. Ahora, aquellos que lo apuñalaron por la espalda esperan atentos y con esperanza que el ex gobernador pueda alcanzar la gloria y ellos puedan disfrutar del pastel celestial. Mientras tanto, sus colaboradores sinceros se preguntan si el gobernador alguna vez supo quiénes lo trataron como a Julio César, que mientras le besaban la mano y la frente, traspasaban su cuerpo con dagas mortales