La Dama del Asiento C-03

Por Ramón Peralta

Ante de abordar el vuelo 0703 me tome varias fotos y me sentí orgullosa de lo bella que  me veía  y aunque soy una mujer humilde, supe que en esa aeronave no iba a subir una mujer  más hermosa que yo

Me coloqué en mi asiento b3 con la emoción de   estar dentro de   ese pájaro metálico que me llevaría a mi país, luego de media década de ausencia.

Mi alegría se ensombreció cuando en el asiento C3 se colocó una dama con una ropa igual a la mía, pero con apariencia de 2 años menos que yo y que su vestimenta le quedaban mejor que a mí.

Por dentro me enfurecí porque no toleraba que una payasa desconocida se vistiera similar a mí y para colmo me dejara tullida con esa elegancia que yo no podía alcanzar.

La dama que  olía a una exquisita fragancia de Armani me sonrió levemente  y celebró que  lleváramos la misma ropa.

Su simpatía disipó mi mal humor y al rato estábamos conversando como dos amigas de infancia. Por momento sus ojos se aguaban como sí cargara una amplia tristeza en el corazón.

Al parecer me vio cara de psicóloga, porque ante de que la azafata trajera el poquito de soda que brindan  de pena, ya  me había  contado la mitad de su vida.

Me conmovió su historia reciente.

Ella me relató que tenía el novio mas amable y tierno del planeta, un hombre que le gustaba en todos los sentidos, que la conocía mas que nadie en este mundo.

Me dijo que deseaba tanto a su novio que por momento se asustaba de tanto que lo quería.

Intrigada le pregunté  ¿Por qué sí es tan bueno  y comprensivo terminaron?

Ella respiró profundo y me confesó que a veces se le suben los genes cibaeños y las mujeres del Cibao se meten el cuchillo cuando hablan.

Sin darse cuenta subió la voz para explicarme que él es un hombre que vive pensando en lo mejor para ella y por algo bueno que salió del alma de ese hombre amoroso, ella reaccionó de tan mala manera que el hombre que ama hizo un juramento que la dejó a ella destrozada.

Cuando yo iba a darle mi opinión fuimos interrumpida por una mujer obesa que estaba sentada detrás de nosotras, quien nos informó,  que ella había escuchado la conversación completa  y  durante 32 minutos  consecutivos se mantuvo hablando sin parar y dándole consejos  a la Dama del Asiento C-03.

Lo único que pudo interrumpir a la gorda  fue una gran turbulencia que puso a rezar a todos, incluyendo a un amigo ateo  que venia dormido en ese vuelo.

Al despedirnos intercambiamos números de teléfonos.

En los meses siguientes la gordita me llamaba Inter diario, luego semanal y con el tiempo se redujeron las llamadas: En cada conversación mencionábamos a La Dama del Asiento C-03, que misteriosamente había desaparecido sin dejar rastro.

La gordita no pudo grabar el numero de la dama y a mí se me perdió el papel en que ella me lo escribió.

El tiempo pasó,  el número de la gordita, que había gualdado en el móvil, se esfumó cuando un motorista me robó el celular.

A la 3 de la mañana de un 03 de julio me llamaron de un número que no conocía, por instinto tomé la llamada y era la gordita, quien sonaba con voz llorosa.

Le pregunté el motivo de sus lágrimas, y ella con voz mas calmada me dijo – ¿Te acuerda de a Dama del Asiento C-03?

–          Claro, yo nunca olvidaré su historia y esos ojos tan triste

La gordita  en medio de un llanto desgarrador me narró que cometió el mismo error de la Dama del  Asiento C-03

Me dieron deseo de recriminarla por su estupidez, tanta consejos que  daba para luego cometer el error que ella le corrige a las amigas.

Quise decirle tantas cosas, pero preferí consolarla y decirle que la entendía, porque ese día  mi mente se iluminó y me di cuenta que La Dama del Asiento C-03 soy YO

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